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  • Foto del escritorIván Villalba

Adiós a una de las grandes figuras del fútbol español, obituario ficticio de Luis Enrique

Aunque parecía gozar de buen estado de salud, poco se sabía de la situación real en la que se encontraba el entrenador y exfutbolista asturiano. Siempre con su rostro pensativo y un tanto preocupado, no daba señal de estar ni siquiera enfermo. O más bien, nunca dio la señal de estar del todo bien, era su imagen habitual.

Desde sus inicios en el fútbol profesional, demostró una ambición imparable que se prolongó hasta el último de sus días. Siempre quería ganar, no importaba el tipo de partido que se estuviera jugando su deseo siempre era el mismo, terminar adelante en el marcador. Este deseo y “garra” (casi uruguaya) hicieron que su carrera ascendiera de manera estratosférica casi desde que debutó como futbolista profesional en el Real Sporting de Gijón allá por el año 1990.


No necesitó sino de una temporada en el primer equipo para llamar la atención del Real Madrid y ser fichado en 1991. Aunque no sólo el equipo blanco se fijó en él, claro está, que si el Madrid deposita los ojos sobre alguien, es porque hay unos cuantos ojos más pendientes de ese alguien. De acuerdo con Sefutbol, medio oficial de la selección española, ese mismo año que llegó al Madrid, en el 91, fue convocado por primera vez a la selección de mayores para un partido amistoso “ante una selección rumana en la que ya estaban Petrescu, Hagi o Popescu. Luis Enrique entró en la segunda parte sustituyendo a Martín Domínguez”. (Sefutbol, 2015)


Su personalidad intranquila e impaciente daba la sensación de que estuviera conteniendo algo muy fuerte, ese algo quedaba al descubierto cuando saltaba al césped a jugar en el medio campo. Nunca, en ninguna jugada, se guardó algo al momento de cortar un pase, una jugada peligrosa, o si no lo era igual también la cortaba, o cualquier intento de ataque del equipo contrario. Su imagen era lo más parecido a un guerrero en el campo de batalla enfurecido, pero al mismo tiempo disfrutando de estar allí.


La imagen más representativa de lo que era Luis Enrique en el campo de juego posiblemente fue la que dejó el mundial de Estados Unidos en 1994. Estaba disputando los cuartos de final ante Italia cuando Tassotti, legendario defensor del AC Milan, lo golpeó con el codo y le rompió la nariz. La imagen del futbolista enfurecido, con su dorsal 21 en el pecho manchado por completo de sangre, recriminándole al juez húngaro Sandor Puhl se ha quedado por más de 20 años en la memoria de los amantes del fútbol.


Aunque no ganó nada con España en competiciones oficiales de fútbol, siempre va a ser recordado por ser miembro de aquella selección de jóvenes menores de 23 años que supieron ser campeones olímpicos en 1992, en unos juegos que cobraban especial importancia por celebrarse en suelo español.


Una prueba de su grandeza futbolística está en las camisetas que vistió como jugador durante su carrera profesional, únicamente fueron dos después de la del Gijón, la del Madrid y la del Barcelona. En este último jugó la mayor parte de su carrera y fue donde decidió ponerle punto final a su carrera como deportista. Aunque el cambio de vestirse de blanco a vestirse de azulgrana no fue nada tranquilo y estuvo rodeado de polémica en sus momentos previos a salir del Real Madrid. En una publicación del diario El País de 1996, se estaba hablando de un rompimiento en la relación del club con el futbolista y se decía que el Madrid aseguraba “tener constancia de que ya se ha hecho las pruebas médicas en Barcelona”. En ese mismo artículo, se menciona la mala temporada que estaban teniendo los merengues que estaban a cargo de Arsenio Iglesias. (El País, 8 de abril de 1996).


Su etapa en Barcelona fue muy diferente de lo que significó su salida del Madrid. Rápidamente se convirtió en un jugador indispensable en la medular del equipo catalán y a lo largo de 8 temporadas ganó diversos títulos con el club tanto a nivel nacional como internacional, destacando la Supercopa y la Recopa de Europa en 1997.

Su exitosa y aguerrida carrera como futbolista lo llevó a ser nombrado por Pelé como uno de los 100 mejores futbolistas vivos del siglo XX en el año 2004. (As, 4 de marzo de 2004)


“Este es un obituario ficticio realizado como práctica para la asignatura de Periodismo Especializado en Educación y Deporte.


Fuentes:

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